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Fábulas

¡Este es el maravilloso mundo de mis fábulas fabulosas! Por favor, siéntate, coge algo de beber y disfruta de esta página relajante. ¡De nada!

El Conejo y el Ratón: Invierno - 15/04/2025

Ya era pleno invierno. Hacía mucho frío y todo el bosque estaba cubierto de una capa gruesa de nieve. Dentro de un agujero, había un conejo y un ratón. Eran íntimos amigos que habían decidido sobrevivir al invierno juntos.
El conejo estaba sentado en su sillón mientras leía un libro y tomaba una tacita de chocolate caliente.
A pesar de que el conejo estaba bien relajado, el ratón se aburría en el agujero. El ratón deseaba salir a jugar en la nieve.
– No entiendo por qué tenemos que quedarnos aquí dentro –dijo el ratón–. ¿Por qué no podemos salir ya?
– Hace demasiado frío –respondió el conejo.
El ratón todavía no entendía por qué el frío era problemático. No le gustaba la respuesta que el conejo le había dado, así que decidió hacerle otra pregunta.
– ¿Y eso qué tiene que ver? –inquirió el ratón– ¿Qué me impide salir ahora mismo?
– Bueno, el frío es peligroso –clarificó el conejo– porque sin el calor nos moriríamos.
El ratón ya entendió. Pensó un rato y luego fue al dormitorio donde estaba el armario. Solo habían pasado unos minutos cuando el ratón regresó. En las manos tenía dos abrigos, uno más pequeño que el otro.
– ¿Para qué servirán esos? –preguntó el conejo.
– ¡Ya verás! –exclamó el ratón, intentando contener su emoción– Ponte este abrigo.
El conejo, aunque un poco confundido, se puso el abrigo.
– ¿Cómo te hace sentir? –preguntó el ratón.
El conejo se quedó silencioso un momento antes de contestar.
– Pues, ¡me siento calentito! –dijo el conejo, sorprendido.
Luego, el ratón también se puso un abrigo, y los dos salieron del agujero y jugaron en la nieve durante el resto del día.

La Ovejita Lana - 13/04/2025

Había una vez una ovejita llamada Lana. Lana vivía en una granja grande y bonita. Todas las mañanas después de levantarse, saltaba por toda la granja, saludando a todos los animales mientras sonaba la campanita que siempre llevaba al cuello.
Una mañana después de levantarse, la ovejita bostezó y fue a saludar a sus vecinos, pero al saltar, no se oía el sonido de su campana.
Lana se empezó a preocupar al darse cuenta de que se le había perdido la campanita favorita. Lo primero que hizo fue ir a la vaca Lola para ver si la podía ayudar.
– ¡Lola, se me ha perdido la campanita! –gritó Lana– ¿Sabes dónde está?
– Lo siento, Lana. No sé dónde está. Quizás pregúntales a los patitos –respondió la vaca.
Lana fue al charco donde había tres patitos chapoteando en el agua.
– ¿Sabéis dónde podría encontrar mi campanita? –preguntó Lana– Es que se me ha perdido, y yo no sé dónde está.
– ¡Ni idea! –dijeron los tres patitos al mismo tiempo– ¿Has intentado buscarla en ese arbusto?
Lana fue al arbusto y metió la cabeza dentro.
– ¡Campanita! –llamó– ¿Estás ahí?
No había respuesta.
El resto del día, fue preguntado a todos los animales de la granja, pero ninguno de ellos sabía dónde estaba la campanita.
Se puso el sol y ya era hora de dormir para Lana. Se fue a la cama muy triste por no haber encontrado su querida campanita. Se tumbó pero no podía dormir porque algo en la cama la incomodaba.
¡Lana se levantó y vio que su campanita estaba en la cama! Esa noche, la ovejita se durmió contenta sabiendo que había encontrado su campanita preciosa.